Vistas de página en total

lunes, 7 de febrero de 2011

Los argentinos somos unos pesados



Por pesados se entenderá: cancheros, sobradores, compadritos, pistolas, bananas, patoteros, mala onda, egocéntricos, etc, etc, etc.
No sorprenderá a los argentinos que han tenido oportunidad de viajar fuera del país, la fama de pesados que nos persigue por cada rincón de la tierra. En Cuba no se da la excepción.
Pero de donde proviene tanta mala fama? Después de mucho  bucear en el tema a través de amistades cubanas y de atravesar el prejuicio histórico, he llegado a algunas conclusiones propias. 
1.       Somos pesados.
Solo que no lo notamos pues vivimos en un país con 40 millones de pesados más.
2.       Protestamos por todo.
Yo ya empiezo a creer en que hay un gen argentino. Está en nuestra sangre. Las cosas en Argentina se resuelven gritando y protestando. En Cuba no. El cubano no soporta que lo mande un extranjero.
3.       Reforzamos nuestra mala fama en los 90.
En esa época en Cuba se abrió masivamente el turismo a los extranjeros como medida paliativa a la enorme crisis económica producto de la caída del campo socialista. Este fué el denominado período especial cubano. Por nuestro lado, Carlitos, manteca al techo, pizza con champán, un dólar un peso, lo mismo cuestan las vacaciones en Punta que en Cuba… En esa época había vuelos directos 3 veces a la semana a Cayo Largo. Imagínense.  No hace falta decir que la calidad humana que visitó esta isla no fue de lo más destacado y mucho menos conectó con los graves problemas de su gente. Aun se recuerda en Cayo Largo (lo he comprobado) el vandalismo, los ataques de histeria y la miserable propina argentina.
4.       El argentino se las sabe todas.
Y si. Que me va a venir a contar?. Te estoy cantando la posta papá. Estos cubanos no cazan una.
5.       La última, y no por eso menos importante: Nos tienen envidia.

Para ilustrar lo dicho, y como siempre, termino con una serie de anécdotas.
En dos ocasiones, dos personas diferentes, obviamente cubanas me dijeron: usted es una buena persona… no parece argentino.

Otra.
Hace unos días coordiné una actividad en la que trabajé con una traductora cubana que a cada pedido o solicitud mía ponía una objeción. Decidí hablarle con órdenes directas y sin rodeos. Al percatarse de mi acento (quedé expuesto porque me calenté al estilo argento) me dijo burlándose como para que se enteren las personas que estaban en el auditorio: Ahhh es argentino!!! . Y yo respondí. Si argentino. Igual que el Che. Se produjo un silencio largo. 
Dicen que el Che también era un pesado, pero con eso no se jode.
Aquí se cuentan muchos chistes de argentinos, obviamente burlándose de nosotros al estilo de cómo lo hacemos con los gallegos. Pero eso es para una próxima entrada. Será indignantemente gracioso.

2 comentarios:

  1. La verdad que siendo Argentino no me extraña para nada lo que contas. Pues, cotidianamente lo vivo cada día, aquí en esta ciudad llamada Buenos Aires. Y hacer un chiste diario de ésta nuestra forma de ser, sería algo muy fácil. El problema radicaría en encontrar a quién contarle el chiste y que se ría inteligente y honestamente de él.
    Recuerdo que un día viajando por Bolivia. En un Omnibus local, maltrecho y desprolijo, quise desaparecer o por lo menos ser invisible. Habia otro argentino entre los pasajeros. Allá, unos asientos más adelante, y estaba de pié, a los gritos contra un hombre mayor boliviano. Al parecer era porque éste último estaba sentado en el número de ubicación en el vehículo que le correspondía a mi compatriota según su ticket. El que haya viajado alguna vez por Latino América o Bolivia en particular, está al tanto del funcionamiento de los medios de transporte. Y como uno debe desenvolverse en ellos. Pero lo que me preocupó luego de sorprenderme, fue la falta total de respeto, tolerancia y VERGUENZA!!! de aquel hombre. Pues, cualquiera puede tener un mal día, pero en algún momento se llega a un punto en el que uno, alcanzando una situación semejante, se da cuenta de que está fuera de lugar. De que es el extrangero. De que, como decimos aquí, es sapo de otro pozo. Y tiene lógicamente que respetar y acomodar sus costumbres a las del lugar en que se encuentra.
    Pero no! Un gran porcentaje de compatriotas no desarrollaron aún esa habilidad.

    ResponderEliminar
  2. En joda pero en serio. Es es un poquito el espíritu de esta publicacion.
    Este mismo tipo de cosas que contas me hace caer la cara de verguenza de vez en cuando.
    Pero sabés qué? También muchos argentinos somos así con nuestro propio pais y nuestras cosas. Con esa intolerancia convivimos diariamente. Choca mucho cuando te la encontras descontextualizada, en un lugar que no tiene nada que ver. Se agradece el comentario. Abrazo.

    ResponderEliminar